MARY Y HEDY: INVENTORAS

Fecha de publicación: 19 marzo, 2014

Sede Nacional

MARY ANDERSON

Mary Anderson nació en Alabama en 1866, cuando finalizaba la guerra civil estadounidense. Empresaria, incursionó en el negocio de la construcción, la ganadería y de los vinos.

Cuentan que corría el año 1903 cuando Mary por motivos familiares, viajó a Nueva York. A la temporada fría, se agregaba una gran nevisca, cuando Mary recorría la ciudad en el tranvía. Con curiosidad y cierto fastidio observó que durante todo el recorrido el motorman se detenía para limpiar el agua y el hielo que se adherían al parabrisas. ¡Una pérdida de tiempo y un fastidio! se dijo.

Cuando volvió a su casa diseñó un bosquejo al que le dio forma. Consiguió una lámina de goma resistente y la unió a un brazo metálico por medio de resortes. Ingenió una conexión para poder accionarlo desde el interior del tranvía, mediante una palanca. Cuando contó la historia, conocidos y envidiosos, la abrumaron con advertencias y rechazos categóricos, algunas de estas voces provenían de especialistas de la incipiente industria automotriz. Para ellos el mecanismo distraía al conductor y los accidentes no tardarían en demostrar dicha hipótesis. El que no pensó así fue Henry Ford quien, ni lerdo ni perezoso, lo incorporó a sus FORD T. No tardarían algunos años más para que toda la industria automotriz norteamericana se hiciera eco del invento.

Mary, sin proponérselo en la lucha por patentar su invento, empezó a formar parte del selecto grupo de “transgresoras” que terminaron definitivamente con la medida que obligaba a las mujeres a registrar sus creaciones a nombre de sus esposos, padres o hermanos: otra injusticia. Tenía 39 años cuando lo inventó y cuentan que no utilizó su creación para obtener beneficios. Murió en 1953 a los 87 años en su querida Alabama.

HEDY LAMARR

Varios años después que Mary, en 1914, nacía en Viena Hedy Lamarr, aunque en ese momento su nombre era Hedwig Eva Maria Kiesler, una chica con una mente privilegiada. Estudió idiomas, música y danza desde los cuatro años, y más tarde comenzó los estudios de ingeniería que abandonaría pronto por su pasión por el teatro.

Recorrió escenarios por Berlín y de allí saltó a la pantalla grande, convirtiéndose en la primera actriz que aparecería totalmente desnuda. Llegó a Hollywood ya convertida en Hedy Lamarr, y compartió guión con grandes actores, como Charles Boyer, Clark Gable, Lana Turner o Jimmy Stewart.

Pero su origen judío y la intolerancia reinante en la sociedad nazi de aquellos años, sumadas al neanderthalismo de su esposo, un magnate alemán y empresario armamentista asociado con el gobierno, confinaron a Hedy a un claustrofóbico encierro. Su único refugio debe haber sido la ingeniería y los contactos con varios ingenieros de las fábricas que trabajaban a destajo en la industria de la preguerra mundial. Pasado unos años donde se ponían en riesgo su vida y su salud, con la ayuda de una amiga,  con la que se le atribuye un amorío, decidió huir hacia Estados Unidos.

En 1941, conoció en una fiesta al músico y compositor George Antheil, de quien se enamoró. Los dos inventaron su “Sistema secreto de comunicaciones”. La idea consistía en teledirigir torpedos –que por aquel entonces no contaban con ese avance– para conseguir que impactaran en los objetivos enemigos. Consiguieron la patente en 1942, cediéndola gratis al ejército de los Estados Unidos quien decidió mantenerla en secreto y desarrolló varios programas de investigación sobre la idea de Hedy. La señal para guiar el torpedo saltaría de una frecuencia a otra, haciendo imposible su detección y bloqueo. Este sistema se conoce hoy en día como “salto de frecuencia”, es decir, cambiar repetidamente de frecuencia durante una transmisión de radio para minimizar interferencias o su intercepción no autorizada. En la actualidad este salto de frecuencia forma parte de un grupo de soluciones en telecomunicación denominado sistemas de espectro expandido que se utilizan en las comunicaciones inalámbricas, en las redes wifi y las comunicaciones con móviles.

En 1998 la Electronic Frontier Foundation concedió a Hedy Lamarr y George Antheil el Premio Pionero de ese año, reconociendo su contribución fundamental en el desarrollo de las comunicaciones basadas en ordenadores.

Hedy falleció con 86 años cumplidos, en el amanecer del año 2000.