Una mujer en ingeniería. 30 años de Fagdut

El próximo 8 de septiembre, FAGDUT cumplirá treinta años de vida. En esa fecha, pero de 1984, nacía en la Facultad Regional Santa Fe, una nueva organización gremial en la que docentes de todo el país, comenzaban a recorrer el camino de la representación y defensa de los derechos de todos sus colegas de la Universidad Tecnológica Nacional.

En este marco la Magister en Docencia Universitaria, Agrimensora y docente de la UTN Avellaneda , Ada Dalla Caneva, nos cuenta cómo fue su experiencia estudiantil, sus comienzos como docente y sus primeros pasos en la militancia. Todo esto con el ingrediente de hacerlo en un ámbito en el cual no abundaban las mujeres.

La estudiante

“Tenía 17 años cuando llegué a esa fría mole de piedra. Supongo que respiré profundo para tomar valor y subir las escaleras de Paseo Colón. Ya como alumna de primer año de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires” comienza Ada dejando ver los sentimientos de su primer día en la universidad. “Yo vivía en el conurbano bonaerense, una chica de barrio, que siempre fue a escuela mixta y pública, donde casi podría decir que éramos tantos varones como mujeres, estaba acostumbrada a pasar desapercibida. Pero acá era otra cosa. Todos muchachos y ahí estaba yo, buscando dónde tenía que ir. Oculté mi timidez en el bolsillo, me dirigí al cuarto piso y encontré el aula. Estaba repleta, todos se dieron vuelta. Eran como cien, y cuando pude caer en la cuenta, eran cien varones y yo la única mujer”.

Después de varios días de volver llorando a su casa con el miedo siempre presente de que ser mujer significara no ser aceptada en ese mundo reservado a los hombres, todo fue mejorando. “En cada grupo humano hay de todo, el que quiere que no estés y el que te ayuda a seguir adelante. Y eso me pasó a mí también, no digo que no me encontré con compañeros que por el sólo hecho de ser mujer me apartaron, pero me encontré con muchos más que crearon un lugar para mí en el grupo” aclara la Magíster.

La militante

Se vivían momentos difíciles en la facultad después del golpe de Ongania. Se desarmaron cursos, se perdieron profesores y compañeros. Dentro de ese marco y al ser invitada a algunas reuniones clandestinas, Ada Dalla Caneva comenzó a conocer a la otra parte de esa “fría facultad”, el movimiento estudiantil. “Ahí conocí mujeres valientes, decididas, que no sólo estudiaban ingeniería, además eran dirigentes, tenían un lugar como iguales en esa historia que se estaba construyendo, al lado del hombre, del hombre como compañero. Con ellas pude hablar no sólo de política, sino también de amor, de trabajo de arte y de diversión” comenta Ada.

Con el tiempo, llegó el día en que Ada consiguió su título de Agrimensora; y además de trabajar en su profesión, comenzó a abrirse paso en la docencia. Primero en la Universidad de Buenos Aires y luego en la UTN Avellaneda. Esta primera experiencia en la docencia no duró demasiado por diferencias con el aquel entonces, Ministro de Educación, Alberto Ottalagano.

Después de eso, el los acontecimientos políticos no mejorarían mucho. El país volvió a sufrir un golpe de estado y el futuro militante de Ada se veía truncado. “Hoy no podría decir si no continúe por cobardía, o porque prioricé a mi familia, pero la realidad es que nunca dejé de participar y comprometerme en los ámbitos en que me encontrara. Lo mismo hubiera hecho en la universidad y en ese caso no sé si estaría acá ahora” relata la agrimensora.

Ya corría el año 1981 cuando Ada volvió a la UTN Avellaneda, y acercándose a 1983, los aires de democracia recorrían el país y con ellos volvían las asociaciones docentes, no docentes y estudiantiles. “Otra vez me encontraba en una facultad de ingeniería, una mujer entre muchos hombres. En las primeras reuniones de docentes para armar la Asociación Docente de Avellaneda, era la única” comenta Ada. “Me acuerdo que en la primer elección de Comisión Directiva, me faltó un voto para ser elegida pero igual me invitaron a participar. Muy pronto pasé a ser parte de la CD de Asociación Docentes de la Facultad Regional Avellaneda” agrega.

Cuando finalmente asumió Alfonsín y se vivía la plena democracia, la actividad política en la universidad era incesante y efervescente. Pero a pesar de esto, los docentes y estudiantes no podían dejar de cuidarse. En los pasillos aún había sombras. Ada no estuvo exenta de estos peligros y hasta recibió amenazas para poner fin a su activa militancia, cosa que no pudieron lograr.

Mientras tanto se creaba la Federación de Docentes de la UTN, la CONADU, organizaciones de las que Ada participó en su creación. Y a pesar de haber pasado mucho tiempo, la figura de la mujer todavía contaba con algunos impedimentos. “A la hora de presentar candidatura como Vice para la Comisión Directiva de FAGDUT, me ‘convencieron’ para que cambiara por acceder a la secretaría de finanzas, porque siendo mujer era un cargo que sería mejor aceptado” nos cuenta. “Yo sabía que los cargos son los que se ejercen en el accionar, no los que aparecen en los títulos solamente. Entonces seguí luchando, representé a los docentes de UTN ante la CONADU, con toda la fuerza que solemos poner las mujeres cuando además de ser madres, somos profesionales y militantes” agrega.

“Estoy convencida que en todas las profesiones hay hombres y mujeres que luchan codo a codo sin importar la diferencia de género, para construir una sociedad igualitaria, que permita el desarrollo del ser humano libre y capacitado para poder realizar sus propias elecciones conscientemente. Esos hombres son aliados incondicionales no sólo de las mujeres que comparten esos ideales, sino de toda la humanidad” opina la Magíster. “También soy consciente que aún se está lejos de lograr que algunas mujeres tengan igualdad de oportunidades para acceder y desempeñarse en cualquier rol que pretendan” completa.

Ada Dalla Caneva es una mujer que siempre luchó por la igualdad entre el hombre y la mujer, sobretodo en ámbitos donde las diferencias eran mucho más habituales. Ahondando en este aspecto, finaliza con una reflexión sobre el tema. “Ese es uno de los objetivos necesarios de la sociedad. Para poder seguir avanzando hacia ese objetivo es primordial que las mismas mujeres se convenzan de sus derechos. Recién cuando las mujeres asumamos nuestro propio género, lo defendamos, y lo valoremos, podremos conseguir la potencia que necesitamos como madres, educadoras y compañeras de la pareja que elijamos para llegar a una sociedad que nos incluya sin discriminaciones”.

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